martes, 19 de julio de 2011

Tú.

Te miro, me miras.
"Me han dicho que estabas buscándome."
"Sí, quería hablar contigo."
"Venga, empieza."
Y te quedas en silencio. ¿Dónde están todas esas cosas que tenías que decirme? ¿Todos esos sentimientos que gritabas a los cuatro vientos? Lo suponía. El silencio es lo único que sale de tus labios. Y un tímido "Te he echado de menos." Te miro, suspiro. Vas a cogerme la mano, pero la aparto. ¿De verdad pensabas que iba a ser tan fácil? Has estado meses sin hablarme, esquivándome, haciéndome sentir un ser repugnante. Y ahora te plantas aquí, a decirme que aún sientes algo por mí. He estado buscándote durante todo este tiempo, y ahora que te he encontrado, me he dado cuenta de que ya no te quiero. No te necesito, sólo has sabido hacerme daño. La vida me sonríe, aunque a ti no. Tú te lo has buscado... Te lo di todo y tú me correspondiste con mentiras y sufrimiento. Que conste, no escribo esto desde el rencor, ni nada parecido. Simplemente... me ha sorprendido tu reacción. Después de tenerme, rechazarme, humillarme, ves que he rehecho mi vida, que he encontrado a alguien capaz de hacerme feliz de verdad, alguien que no me mentirá y que realmente confía en mí. Y es ahora, justo ahora, cuando gritas que me necesitas, que me amas, cuando quieres mi compañía. Pero lo siento, es demasiado tarde. Ya tengo lo que me merezco, y para tu desgracia tú también. Tienes exactamente lo que me has estado dando todo este tiempo; soledad, tristeza y melancolía. Y, por una vez, siento que puedo ser feliz de verdad, sin máscaras ni estupideces. Ya lo sabes, te quise de verdad y fue bonito mientras duró, pero no tiene sentido prolongar más esta agonía... Adiós, te deseo mucha suerte en tu camino, sabes que no te deseo ningún mal. Adiós, viejo amigo, sabes que contigo he vivido los momentos más mágicos de mi vida, pero ya es hora de seguir hacia delante. Quizá dentro de un tiempo volvamos a reencontrarnos, pero de momento... No puede ser. Adiós.

No hay comentarios: