domingo, 29 de julio de 2012

...

"Me quiero morir." Eso es lo que pensé cuando me marché. Cuando cogí el avión, hace apenas dos años. Quería acabar con todo. Sí, un simple accidente era lo mejor. Para que nadie tuviera la culpa, para que yo no tuviera que avergonzarme, para que nadie buscara un porqué... Recuerdo que el avión se movió durante todo el viaje. Había una tormenta y todos estaban tensos y asustados. Yo no. Yo era la única que sonreía. Cuando estás mal, cuando lo ves todo negro, cuando no tienes futuro, cuando no tienes nada que perder, cuando... cada instante es un peso enorme, insostenible. Y resoplas todo el tiempo. Y querrías librarte como sea. De cualquier forma. De la más simple, de la más cobarde, sin dejar de nuevo para mañana este pensamiento: <<Él no está>>. Ya no está. Y, entonces, simplemente, querrías no estar tampoco tú. Desaparecer. Paf. Sin demasiados problemas, sin molestar. Sin que nadie tenga que decir: <> Sí, ese tipo contará tu final, lleno de quién sabe cuáles y cuántos detalles, se inventará algo absurdo, como si te conociera de siempre, como si sólo él hubiera sabido realmente cuáles eran tus problemas. Es extraño... Si quizá mi siquiera has tenido tiempo de entenderlos tú. Qué palo. Tu memoria será víctima de un imbécil cualquiera y tú no podrás hacer nada por remediarlo. Sí, ese día hubieras querido encontrar a uno de esos magos: colocan un pañuelo sobre una paloma recién aparecida y, paf, de repente ya no está. Ya no está y basta. Y tú sales satisfecho del espectáculo. Y una cosa es cierta: no te preguntarás nunca adónde ha ido a parar la paloma. En cambio, nosotros no podemos desaparecer tan fácilmente...

No hay comentarios: